El Maderismo

02.06.2013 13:07

Durante 30 años Porfirio Díaz se mantuvo en el poder. Su dictadura se había consolidado desarrollando una política de conciliación a favor de varios grupos privilegiados de la sociedad como militares, caciques, el grupo de los “científicos” y el clero; esto provoco que hacia el interior de la sociedad porfiriana se dieran fuertes contrastes, pues otras clases sociales-campesinos y obreros, vivían la explotación de los poseedores de la riqueza, para quienes trabajaban varias jornadas al cambio de salarios miserables; este contraste social fue muy importante factor de descontento contra el gobierno a largo del régimen porfiriano. A esto ay que añadir que en el seno del mismo grupo porfirista se vivían ciertos conflictos.

     En 1908, el presidente Porfirio Díaz concedió una entrevista al reportero estadounidense James Creelman en la que expreso, entre otras cosas, que el pueblo mexicano estaba apto para la democracia y para elegir a su sucesor en la presidencia así el 26 de junio de 1910 se llevaron cabo las elecciones, que fueron nuevamente una farsa: el sufragio popular no fue tomado en cuenta y Porfirio Díaz se reeligió por octava ocasión  presidente de México. Los partidos de Madero protestaron enérgicamente y pidieron que se anularan las elecciones y Madero desconoció el triunfo de Díaz mediante el plan de San Luis.

     Los revolucionarios no se rindieron y continuaron la lucha en contra del régimen de Díaz. Madero llego a territorio mexicano y en mayo de 1011 los revolucionarios tomaron Ciudad Juárez, Chihuahua, donde Madero instalo su gobierno provisional.

     Madero y sus federales firmaron, el 21 de mayo de 1911, los tratados de paz de Ciudad Juárez. En ellos se acordó la renuncia de Díaz y de Ramón Corral, su vicepresidente, el nombramiento de Francisco León de la barra, ministro del exterior, como presidente interno; este debía convocar posteriormente a elecciones bajo los términos de la constitución y pagar indemnizaciones por concepto de perjuicios causados por la revolución; además se planteo que una ves firmados los tratados se licenciarían los ejércitos revolucionarios.

    El 25 de mayo de ese año renunciaron el presidente Díaz y el vicepresidente Ramón Corral. Díaz salio un día después rumbo al puerto de Veracruz, donde se embarco en el vapor Ipiranga, que lo llevo a Europa; estableció su residencia en Paris convencido de que los mexicanos lo volverían a llamar para gobernar a la nación. Esto nunca ocurrió, y murió en ese lugar el 2 de julio de 1915.